15 de septiembre de 2017

El segundo paso

En la primera semana de Septiembre, Colombia ha recibido una visita histórica que nos deja varias enseñanzas. El Papa Francisco realizó esta visita, no sólo como jefe de Estado del Vaticano, sino como líder espiritual y autoridad moral. 

Independientemente del credo o religión que se profesa, es importante resaltar algunos de los mensajes más significativos para ponerlos en práctica en la vida cotidiana, ya sea en el colegio o en el hogar, lo cual nos permitirá seguir caminando hacia la construcción de un mejor país. 

Nos deja varias reflexiones especialmente dirigidas a los jóvenes, donde resalta el daño de las drogas, el narcotráfico, los abusos y la decadencia en el mundo actual. Ante esta situación hace un llamado a atreverse a soñar, a seguir adelante y cambiar el país.




Nunciatura apostólica, Bogotá, Jueves 7 de septiembre de 2017:

Se habla con frecuencia de los jóvenes —se declaman estadísticas sobre el continente del
futuro—, algunos ofrecen noticias sobre su presunta decadencia y sobre cuánto estén
adormilados, otros aprovechan de su potencial para consumir, no pocos les proponen el rol de peones del tráfico de la droga y de la violencia.



Balcón del Palacio Cardenalicio (Bogotá) el Jueves 7 de septiembre de 2017:


Ustedes jóvenes ―y le voy a hablar a ustedes― por favor mantengan viva la alegría, es signo del corazón joven, del corazón que ha encontrado al Señor. Y si ustedes mantienen
viva esa alegría con Jesús, nadie se la puede quitar, ¡nadie! (cf. Jn 16,22). 

¡Cómo no van a poder cambiar esta sociedad y lo que ustedes se propongan! ¡No le tengan miedo al futuro! ¡Atrévanse a soñar a lo grande! A ese sueño grande yo hoy los invito. Por favor no tengan vuelos rastreros, vuelen alto y sueñen grande. Ayúdennos a nosotros, los mayores, a no acostumbrarnos al dolor y al abandono. Los necesitamos, ayúdennos a esto, a no acostumbrarnos al dolor y al abandono.



Me dirijo ahora a todos, queridos hermanos y hermanas de este amado País: niños, jóvenes, adultos, ancianos, que quieren ser portadores de esperanza: que las dificultades no los opriman, que la violencia no los derrumbe, que el mal no los venza.

Pienso en las familias colombianas, en la defensa de la vida desde el vientre materno hasta
su natural conclusión, en la plaga de la violencia y del alcoholismo, no raramente extendida en los hogares, en la fragilidad del vínculo matrimonial y la ausencia de los padres de familia con sus trágicas consecuencias de inseguridad y orfandad. Pienso en tantos jóvenes amenazados por el vacío del alma y arrastrados en la fuga de la droga, en el estilo de vida fácil, en la tentación subversiva.




Medellín, Sábado, 9 de septiembre de 2017:

También el Niño Jesús fue víctima del odio y de la persecución; también Él tuvo que huir con su familia, dejar su tierra y su casa, para escapar de la muerte. Ver sufrir a los niños hace mal al alma porque los niños son los predilectos de Jesús. No podemos aceptar que se les maltrate, que se les impida el derecho a vivir su niñez con serenidad y alegría, que se les niegue un futuro de esperanza. Jesús no abandona a nadie que sufre, mucho menos a ustedes, niños y niñas, que son sus preferidos.

Me comprometo a rezar por ustedes, para que en este ambiente de amor familiar crezcan en amor, paz y felicidad, y así puedan ir sanando las heridas del cuerpo y del corazón. Dios no los abandona, Dios los protege y los asiste. Y el Papa los lleva en su corazón.




Cartagena de Indias, Domingo 10 de septiembre de 2017:

Pienso en el drama lacerante de la droga, con la que algunos lucran despreciando las leyes morales y civiles, este mal atenta directamente contra la dignidad de la persona humana y va rompiendo la progresivamente la imagen que el Creador ha plasmado. Condeno con firmeza esta lacra que ha puesto fin a tantas vidas y que es mantenida y sostenida por hombres sin escrúpulos. No se puede jugar con la vida de nuestro hermano ni manipular su dignidad. Hago un llamado para que se busquen los modos para terminar con el narcotráfico que lo único que hace es sembrar muerte por doquier, truncando tantas esperanzas y destruyendo tantas familias.




Coliseo La Macarena, Medellín, Sábado 9 de septiembre de 2017:

Los jóvenes son naturalmente inquietos, inquietud tantas veces engañada, destruida por los sicarios de la droga. Los invito a recordar, a acompañar este luctuoso cortejo, a pedir perdón para quienes destruyeron las ilusiones de tantos jóvenes, pedir al Señor que convierta sus corazones, a pedir que acaba esta derrota de la humanidad joven. Los jóvenes son naturalmente inquietos y, si bien asistimos a una crisis del compromiso y de los lazos comunitarios, son muchos los jóvenes que se solidarizan ante los males del mundo y se embarcan en diversas formas de militancia y de voluntariado.



El 6 de Septiembre de 2017, desde la Nunciatura Apostólica, dejó este corto pero concreto mensaje:


Hasta los más chicos pueden ser héroes, los más jóvenes, cuando vienen engañados o se equivocan, se levantan y son héroes y van adelante

¡Sigan adelante! ¡Sigan adelante, así! 

No se dejen vencer, no se dejen engañar, no pierdan la alegría, no pierdan la esperanza, no pierdan la sonrisa, ¡sigan así! 


Ahora, el segundo paso consiste en llevar esta palabras a la práctica. ¡Gracias Papa Francisco!

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